Se cumple un año de la entrada en vigor de la llamada “Ley de la Memoria Histórica”. Algunos, sin embargo, le llaman Ley de Los Santos Inocentes, por el día que entró en vigor, otros, le llaman la ley de Herodes.
Nosotros elegiremos ese nombre para hablar de ella, pues, la crueldad de este Estado hacia los exiliados y represaliados republicanos, comunistas y anarquistas es, perfectamente comparable a la de Herodes.
La Ley de Herodes
Todo el mundo sabe, que la tradición cristiana, coloca a Herodes como el responsable de la matanza de niños inocentes. Una vez anunciado por los Reyes Magos el nacimiento del Mesías en Belén, Herodes mandó matar a todos los niños varones menores de dos años nacidos en Belén y sus alrededores. La razón de la matanza: el miedo de perder el trono. Le habían dicho, que nacía el rey de los judíos y pensó que su corona peligraba. Sin embargo, hay historiadores que dicen que pudo ser una invención de la Historia Sagrada. Lo que sí parece cierto es que Herodes era un "herodes". Entre otras terribles salvajadas mandó matar a tres de sus hijos, sospechando que le querían mover su corona. Señor, señor ¡estos monarcas!.
En 1931 se proclamo en España un república, la II. Nacía herida, pues, si es bien cierto que no hubo derramamiento de sangre en su proclamación, también parece verdad que era una república imposible. Imposible, por dos razones: una, no era la época de las revoluciones burguesas sino la época de las revoluciones obreras.
La otra, la de siempre: la poca burguesía española no estaba por la labor de enfrentarse con el Estado monárquico y destruirlo para elevar al poder a su clase social y hacer su revolución. De todas formas ya era tarde para la burguesía. Era la época del proletariado, en España las organizaciones obreras tenían una fuerza enorme pero estaban muy divididas y eso les imposibilitó, también, hacer su revolución.
Lo que si es cierto, es que la burguesía española tenía buenas intenciones. Pretendía modernizar el país, ponerlo a nivel europeo: democratizándolo. Acabar con el analfabetismo y el hambre endémica en el campo, con la explotación y la opresión en definitiva que campaba a sus anchas por la desgraciada España de la mano de caciques, espadones y borbones.
Pasaron muchas cosas del 31 al 36 que aquí no parece oportuno relatar, sólo diremos para terminar el párrafo que cuando el Frente Popular ganó las elecciones, en febrero de 1936, España se dividió en dos, pero no en esas dos españas de las que tan ligeramente oímos hablar a historiadores y otras castas, sino en dos poderes.
De una parte el poder político en manos del Frente Popular con la pretensión de llevar a la práctica el programa con el que se había presentado a las elecciones muy perjudicial para el otro poder, el poder económico. En un estado capitalista estos dos poderes nunca pueden estar separados y cuando se separan la guerra civil es imparable. Por eso fue la guerra. Cuando el poder político le quiso quitar cuatro espigas al poder económico para dar de comer a un pueblo hambriento, el poder económico llamó al ejercito para que pusiera las cosas en su sitio. Los militares empezaron a rebelarse, a partir del 17 de julio de 1936, y el proletariado, entonces, una vez consumada la cobardía de la burguesía cogió las armas y se lanzó al combate para defender la República, la república burguesa.
Nunca en la historia, ni en la Revolución Rusa ni en ninguna otra revolución, se ha llevado a la práctica una gesta revolucionaria tan marxista como en aquella España de 1936: el proletariado en armas, los obreros de las fábricas junto a los braceros del campo en armas contra el fascismo, no había una Primera Guerra mundial que armara a los trabajadores ni un "del campo a la ciudad", era la clase obrera en armas. La clase obrera en armas contra el fascismo. Aquella guerra se perdió.
Los trabajadores tuvieron que luchar en primer lugar contra la burguesía de ideología republicana, encarnada en los primeros días de la rebelión por Casares Quiroga, quién a la advertencia de que se levantaba el ejército de África él contestó: "pues yo me voy a acostar". Los republicanos burgueses negaron las armas a los trabajadores en los primeros y cruciales momentos, con las que estos habrían abortado el golpe militar sin ningún genero de dudas.
La segunda gran fuerza contra la que tuvo que luchar el pueblo español fueron las democracias europeas que preferían una España fascista a una España con un gran poder de los trabajadores, una España moderna e ilustrada que les pudiera hacer sombra en su veleidades de grandes potencias.
La tercera, que solo fue la más importante cuando llegó el apoyo nazi-fascista, era el ejercito español y la oligarquía. La rebelión, pese a los republicanos burgueses, habría fracasado nada más empezar si los alemanes no hubieran trasladado a la península el ejército de África. Entre estas tropas se encontraba la criminal Legión, con su criminal creador y jefe Millán Astray.
Los trabajadores y el pueblo español lucharon como muy pocas veces en la historia de la humanidad ha luchado pueblo alguno para defender la libertad y la justicia; pero eran unas fuerzas muy desiguales y perdieron. Una vez perdida la guerra ocurrieron varias cosas: la primera fue el exilio. Terrible exilio que llevó a cientos de miles de españoles a los campos de concentración franceses, africanos o nazis, soportando una enorme mortandad y sufrimiento. Aún así miles de ellos tuvieron el valor y la fuerza cuando Francia fue invadida por los nazis de incorporarse a la resistencia, aportando la experiencia de tres años de guerra contra el fascismo en España. Fueron, se cuenta, los españoles los primeros que cruzaron las calles del París el día de su liberación.
Lo segundo, aún más terrible, fue la represión interior. La represión en España, más de 360.000 fusilado durante la dictadura franquista. La represión representó la destrucción de media España.
La tercera, la peor: el olvido para los exiliados republicanos. El olvido para los asesinados por Franco tirados en cunetas, pozos o fosas comunes. Fueron olvidados por los mismos partidos que les mandaron a la muerte y al exilio, con el agravante de que fueron traicionados cuando estos partidos reconocieron a la monarquía nombrada por Franco y renunciaron a la República. Aquellos hombres y mujeres que lucharon tres años contra el fascismo, aquellos que fueron a parar y murieron en campos de concentración nazis o franceses, aquellos que liberaron París eran apestados para el Partido Socialista y el Partido Comunista, cuando Santiago Carrillo y la dirección del PCE renunciaron a su memoria firmando su segunda acta de defunción: el reconocimiento de la monarquía.
Han ido muriendo todos aquellos héroes, desapareciendo sin un homenaje oficial, sin una mala calle que les recordara, sin un mala placa que el Estado pusiese con su nombres o con las fechas de las batallas que libraron y un día de 2007, cercano al 27 de diciembre, cercano al día de los Santos Inocentes, aquellos que en abril de 1939 pasaron la frontera o fueron fusilados, asesinados, torturados, encarcelados, despojados de sus bienes, de nuevo fueron traicionados por una llamada Ley de la Memoria Histórica sacada de la chistera de los socialista y votada con un sí por los herederos de los comunistas: Izquierda Unida.
Pero... qué esperaban, todos aquellos que han perdido su tiempo durante los últimos años hablando de fosas, anulación de juicios, etc. ¿Justicia?. No, no nos engañemos más no hay justicia para aquellos exiliados que nunca más volvieron a España como republicanos, anarquistas o comunistas ni para aquellos que, aunque volvieran, nunca más vieron la bandera por la que lucharon ondear en la Puerta del Sol. No hay justicia para los aquellos que se pudren en las cunetas, nadie removerá las miles de tumbas en donde yacen sus cuerpos. Sólo una cosa hará temblar la tierra bajo sus huesos que en el parlamento de su España se vean representados por decenas de diputados republicanos, sólo entonces ellas y ellos saldrán de sus tumbas para descansar en paz.
Honor y Gloria a los Héroes Republicanos.
¡Viva la República!
Idea Republicana